martes, 16 de abril de 2013

El perfecto hijo de puta


Sí… muy hard. Me merezco que me laven la boca con jabón
.
El ser humano un día nace, crece, se convierte en niño,adolescente, adulto, anciano y fiambre. Es así como suceden las cosas, para todoslos mortales. Cuando eres un niño, y más si eres regordete o tienes gafas, los demás niños de tu clase se ríen de ti.

“Los niños son muy crueles” –Dicen los adultos.

Bien, entonces uno piensa que cuando se es adulto todas esas burlas, ofensas y humillaciones fruto de la más inocente niñez se suavizan gracias al razonamiento y al “sentido común” que proporciona el hecho de crecer, de ser más sabio y menos ignorante.

Pero un día, tienes una edad razonable, vello púbico en abundancia y sabes lo que vale un peine. Y ves que los demás “niños” siguen siendo igual de crueles, igual de humillantes y que les da igual romperte las gafas con tal de conseguir quitarte el bollicao que tu madre te ha puesto para el recreo.

La envidia, los celos, el sentimiento de inferioridad y el estar acomplejado… es un cóctel molotov que cuando estalla dentro de una persona la inunda de infelicidad y le proporciona la misión de contagiarla de al vecino, al compañero de trabajo, al panadero… y a todo aquel que cumpla la condición de tratarse de un ser más feliz que él mismo.

Seamos felices mientras podamos, con lo que podamos. Cuidemos lo que realmente merezca la pena… ¡Ah! Y protejamos todos y cada uno de nuestros bollicaos, intentando no perder esas gafas que nos proporcionan ver a esos pequeñuelos “perfectos hijos de puta” con claridad.